Dicho
esto, hay que reconocer el alto valor literario y religioso del AT. Como
monumento literario, puede decirse que la fuerza expresiva de muchos de sus libros, en particular de los profetas,
el salterio y los demás libros poéticos, ha sido fuente continua de inspiración
para los escritores del NT y para la literatura de los países occidentales. Algunas
experiencias históricas de Israel, como el éxodo, la pascua, el cordero, sirven
de permanente expresión simbólica a las realidades cristianas.
Nadie
puede negar tampoco el extraordinario valor religioso de muchos salmos y otros
pasajes del AT, como expresión del deseo de Dios y de la oración de Israel, o de
muchas figuras, como ejemplo de fe y de fidelidad a Dios. Sin embargo, una cosa
es el indiscutible valor del AT en la historia de la religión y como expresión
literaria, y otra su vigencia para el cristiano.
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