En
cuanto código de pureza, que creaba la idea de un Dios susceptible que, por
mínimas razones, rechazaba a los hombres, la Ley había causado el fracaso de la
antigua alianza.
Así lo expresa Juan en el episodio de Caná: las exigencias de purificación, representadas por las seis enormes tinajas Gn 2,6), representan la barrera para que el pueblo conozca el amor de Dios, simbolizado por el vino (18).
La
!nstitución cultual del AT también ha caducado. Juan lo explicita
al narrar la primera visita de Jesús al templo: en lo sucesivo, el
santuario de Dios es Jesús, en quien reside su Espíritu,
su gloria/amor (Jn 2,21), y los que lo reciban de él (19). En el episodio
de la samaritana se afirma claramente el fin de los templos (Jn 4,21)
y el cambio de culto: el Padre quiere un culto en
Espíritu y fidelidad; es decir, dar culto que equivale a
honrar a Dios como Padre, consiste en practicar el amor fiel, el amor
hasta el fin. El culto es la vida misma. La separación entre
sagrado y profano, tan subrayada en el AT, es suprimida por Jesús: el
templo es el hombre, el culto es la práctica del amor en la vida (20).
(18) Ibid., 147-158.
(19) Ibld., 172-173.
(20) Ibid., 234-241.
(20) Ibid., 234-241.
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