Examinaremos con mayor brevedad estos
dos evangelios, que, por lo demás, coinciden con Marcos. La misma relativización
del A T que hace Marcos en la escena de la transfiguración se expresa en las
versiones de Mateo y Lucas. En ambos evangelistas se encuentra la frase «y estaban
conversando con él», referida a Moisés y Elías (Mt 17,3; Lc 9,30), aludiendo a
las instrucciones que Moisés recibía de Dios en la Tienda del Encuentro.
Además, en ambos evangelistas se
encuentra un dicho que explicita el de la transfiguración: «Al Hijo lo conoce sólo
el Padre, y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27; cf. Lc 10,22). Con esto indican que el verdadero
conocimiento de Dios no se da en el AT ni se adquiere por su estudio, sino únicamente
por medio de Jesús.
Por otra parte, muchos de los
episodios analizados a propósito de Marcos se encuentran en Mateo y Lucas y transmiten
el mismo mensaje: el leproso (Mt 8,2-4; Lc 5,12-16), el paralítico, con la
mención de la «autoridad» del Hijo del hombre (Mt 9,6; Lc 5,24), la comida con
recaudadores y pecadores (Mt 9,9-13; Lc 5,29-32); la mención del Esposo y de
los odres viejos (Mt 9,14-17; Lc 5,33-39), la superioridad del Hombre (el Hijo del
hombre) sobre el precepto (Mt 12,8; Lc 6,5), la hija de Jairo y la mujer con
flujos (Mt 9,18-26; Lc 8,40-56), etcétera. Siendo más tardíos, Mateo y Lucas subrayan el universalismo del
mensaje añadiendo episodios de explícita aceptación de los paganos, representados
por el centurión y su siervo (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10) o desarrollan la aceptación
de los marginados de Israel por parte de Jesús (Lc 15,1-32).
Ofrecen también estos evangelios
datos que no se encuentran en Marcos. Así Mateo, aplicando a Jesús el nombre de
Emmanuel, «Dios con nosotros» (1,23; cf. Is 7,14), lo pone ya desde el principio como modelo por el que se ha juzgar todo el pasado (cf. Jn
1,18). Además, uno de los sentidos teológicos de la concepción virginal de
Jesús es precisamente que, por carecer de padre humano (Mt 1,16.20; Lc 1,30-35), Jesús no tiene a un
hombre por modelo ni está condicionado por una tradición heredada (en la
familia judía el padre era modelo del hijo y transmisor de la tradición), sino que su único modelo es Dios
(“Hijo de Dios”) y sólo de él recibe el mensaje que ha de transmitir a los hombres.
De ahí la superioridad de Jesús como Hijo de Dios sobre todos los personajes y
profetas del pasado.
Un punto interesante de Mateo es su
visión del AT (la Ley y los Profetas) como una gran profecía del reino de Dios,
que Jesús viene a cumplir. Tal es el sentido de Mt 5,17: «No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los profetas: no he venido a
echar abajo, sino a dar cumplimiento». La Ley era en cierto modo profecía por el
relato del éxodo y el don de la tierra
prometida, tipos de la liberación definitiva que había de realizar el Mesías (13).
Enuncia el mismo principio en 11,13: «hasta Juan, los profetas todos y la Ley eran
profecía» que encuentra su paralelo en Lc 16,16: «La Ley y los profetas
llegaron hasta Juan; desde entonces se anuncia el reinado de Dios».
La prohibición que hace Jesús de
aplicar la ley del talión, «ojo por ojo y diente por diente» (Mt 5,38-42),
muestra también el verdadero ser de Dios: el que prohíbe la venganza o la
revancha entre los hombres no puede practicarla él mismo. Paralelamente el Dios
que prescribe amar a los enemigos (Mt 5,44; Lc 6,27)no puede él mismo odiarlos
ni tomar venganza de ellos. Con esto se elimina la concepción de un Dios iracundo
y vengativo, que castiga a los que le son infieles, tan común en el AT (Gn 6-7,
destrucción de la humanidad con el diluvio; 19,24-29, de Sodoma y Gomorra; Ex
32,27-29, exterminio de los que habían adorado el becerro de oro; Nm 12,5-10, castigo
de María la hermana de Moisés; 14,26-30, muerte en el desierto; 16,28-35, castigo
de Coraj Y sus compañeros, familiares y bienes; Lv 16,14-41 y Dt 28,15;68, las tremendas
maldiciones en caso de infidelidad del pueblo; Ex 31,14-15; 35,2; Nm 15,32-36,
la pena de muerte para los violadores del sábado; Lv 20,13 .15, para los reos
de ciertos pecados sexuales, etcétera).
Siguiendo
esta línea, Mateo, cuyos adversarios son judíos, rectifica la presentación que
hacen numerosos textos proféticos «del juicio de las naciones» o pueblos
paganos, que se concebía como una venganza de Dios contra ellos, por haber oprimido
a Israel (cf. Is 13-21; 23; 24,21-23; 26,20s; 30,27-33; 31,7-9; 34,1-17; Jr
25,30-38; 46,2-51,64; Ez 26-30; Jl 4,9-17; Am 1,3-2,6 Sof 3 8). En efecto, en
la escena mal llamada del «juicio universal» (Mt 25,31-46), se trata del juicio
de los hombres «de todas las naciones» (25,32), es decir, de los pueblos
paganos que nunca han conocido a Jesús ni su mensaje. No habrá venganza contra
los paganos, también ellos pueden obtener la vida definitiva; la norma moral a la que deben atenerse para
obtenerla es la misma que para los judíos, el amor de obra al prójimo (25,35-36;
cf. 19,16-19), aunque no expresado en los términos de la Ley judía.
Por
su parte, Lucas, como Marcos, distingue dos grupos en la comunidad de Jesús,
aunque, al contrario que en Marcos, ambos están formados por «discípulos».
Estos grupos están tipificados en «los Doce» (Lc 6,13), que representan a los
de origen judío, y en «los Setenta» (10,1), que representan a los de origen no
judío; este número alude a la totalidad de los pueblos, cuyo número era de setenta, según la tabla que se encuentra en el
Génesis (Gn 10). De este modo insiste Lc en la universalidad del Reino y en la
actitud de Jesús hacia los que no pertenecen a Israel.
Por
su controversia con judíos, Mateo cita con frecuencia textos proféticos, que
aplica a la persona de Jesús o a las circunstancias que lo rodean (1,22; 2,15.17.22;
4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4; 26,54.56; 27,9). También Lucas utiliza el AT, en
particular en los capítulos de la infancia (Lc 1-2). De hecho, además de otros
casos, los cánticos que pone en boca de María (1,46-55) y de Zacarías (1,68-79)
están plagados de alusiones a textos de la tradición de Israel, que se refieren
a la liberación o a las promesas (cf. 1,51-54.69-73).
Como
en Marcos, el tema de la vigilancia o «estar despierto», resume en Mateo la actitud
de entrega del cristiano, identificándose con Jesús (gregoréo, Mt 24,42.43;
25,13; 26,38.40.41). Lo mismo puede decirse de la eucaristía (26, 26-30).
En
resumen: Tanto Mateo como Lucas, que siguen a Marcos, hacen la misma lectura selectiva
del A T: prolongan la línea del Dios de la vida, creador, liberador y Padre (Mt
6,9; Lc 11,2); afirman el carácter caduco de la Ley mosaica como código moral
(Mateo opone a ella las bienaventuranza s) o norma de perfección (cf. Mt 5,48; L
6,36) y el fin de las instituciones religiosas; rechazan la Ley discriminatoria,
afirmando el amor universal de Dios (Mt 8,2-; Lc 5,12-16); se oponen al
nacionalismo exclusivista, proponiendo la universalidad del Reino (Mt 8,5-13; Lc
7,1-10).
13) Véase J. Mareos . F. Camacho, El
Evangelio de Maleo, Madrid 1981, 59-61.
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