Sobre el
relato de los orígenes, Marcos no menciona a Adán (tampoco Mt ni Jn; Lc solamente
en la genealogía de José, padre putativo de Jesús) ni alude al pecado original.
Por el contrario, en la parábola del sembrador (4,3-9.14-20) expone las
actitudes que puede un individuo adoptar ante el mensaje. Es claro que existen
obstáculos en el hombre, pero éstos no son innatos, sino de origen social: la
ideología del poder (4,15: tierra dura «junto al camino», «Satanás»), el miedo
a perder la fama y posición social (4,17: «cuando surge la dificultad o la
persecución, fallan») o el deseo de riqueza y de lujo (4,19); pero también
existe en el hombre la capacidad de ser «tierra buena», la de una receptividad
plena y fecunda. Esta tierra/hombre, capaz de dar fruto por sí mismo en contacto
con el mensaje, se describe en la primera parábola del Reino (4,26-29). Es
decir, en todo hombre hay una posibilidad de responder libremente a la interpelación
de Jesús.
Otro
aspecto del AT engloba las instituciones religiosas de Israel, en particular el
sacerdocio, el culto y el templo. En los tres sinópticos, el tema se propone en
la perícopa del ayuno (2,18-22). En ella Jesús rechaza primero la práctica del ayuno
como ejercicio religioso. A continuación compara las instituciones religiosas
judías, muy condicionadas por una cultura y una época, con los odres viejos
incapaces de contener el vino nuevo del Espíritu y de adaptarse a la
universalidad del Reino (2,22). Están, pues, definitivamente caducadas y no tienen
vigencia alguna para el cristiano.
La
restauración de la monarquía davídica, otro de los temas mesiánicos inspirados
en textos de los profetas (cf. Is 7,10-17; 9,1-6; 11,1-5; Jr 23,5-6; Ez 34,23-24;
37,23-25; Miq 5,1-3; Zac 9,9-10), queda excluida por completo. Es más, Jesús rehúye
decididamente todo entusiasmo popular que pudiera llevar anejo el ofrecimiento
de un poder, de un mesianismo de masas (1,25.34.35-37; 3,11; 6,45-46).
Esta
lectura selectiva que hace Mc de los profetas muestra que, en ellos, la
inspiración divina, que pretendía anunciar la salvación universal, quedaba a
menudo coloreada por una tradición nacionalista, que centraba esa salvación en
la restauración. de Israel. El evangelista corrige estas concepciones y relativiza,
por tanto, este aspecto del mensaje profético.
Resumiendo: Desde el punto de
vista de su validez, en el AT pueden distinguirse, según Marcos, diversos
componentes: 1) lo permanente: el Dios dador de vida, liberador de los oprimidos, enemigo de la injusticia; 2) lo provisional: la alianza y, en ella, la
Ley como código moral y las instituciones; 3) lo inadmisible: las leyes
discriminatorias, el nacionalismo exclusivista y el deseo de revancha, proyecciones sobre Dios de la frustración
de un pueblo oprimido.
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